La violencia armada instalada en el área de residencia de la población rural del departamento de Concepción, norte de Paraguay, ha sido funcional a la neutralización de la organización campesina, cuestionadora de la inequidad de la distribución de la tierra, la más alta del mundo, y del avance del modelo de producción agro-exportadora, con efectos destructivos de la base comunitaria, el medio ambiente y los cultivos de renta y autoconsumo de la agricultura familiar. Todo esto posibilita el avance de un modelo de desarrollo extractivo, expansivo y excluyente sin cuestionamiento alguno en el marco de una importante pérdida de soberanía territorial,de manos del capital brasileño transnacional.
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